21.12.19

Ramal Norte. Veredas blancas que resplandecen como si fuera Copacabana. Él quisiera ser monje cuando sea grande. Reparte libritos en la vereda, si no le das la plata rápido se aleja. Vení, le digo, pará, te voy a dar tu donativo. Me gustó cuando pregunta "sos de acá", y aunque sabía que era premeditado la segunda vez me molestó que empezara con lo mismo. Tuve que recordarle que nos habíamos visto antes. Quisiera saber cuándo. Yo tampoco sé cuando. Si a esa edad quiere ser monje conoció el miedo y recién entonces quiso de vuelta la Paz. Sus dientes se ven todo el tiempo porque son siempre grandes y sonrientes. Pregunta si fue él, si estoy segura. Una sonrisa pura, eso pensé. Estoy segura.

11.12.19

De madrugada duermen en la casa ella, el esposo y el niño. Llega el prófugo. A causa de un error biológico inexplicable, el prófugo es el padre del niño. Cruza el umbral con una mentira y una vez que entró, ya no va a salir hasta que sea de día. Refugio para un prófugo no se niega, ella cree, quiere creer.

El prófugo ha regado con indulgencia las flores negras y venenosas que ahora salen a su paso. Habla del lenguaje cifrado de la noche, que le dio aviso. Reparte su enfermedad secreta entre los que procuran el daño. Mujeres y hombres juraron contra su futuro y ahora busca refugio.

Hasta la salida del sol duermen de a ratos, ella, el marido, el prófugo. Sólo el niño no se despierta. Respira en la oscuridad el prófugo y es la imagen móvil de su cadáver.

Antes de dormir el marido le había contado a ella sobre otra mujer, que manejó por rutas nocturnas buscando a la Locura y a la Muerte. No la admira, y a la mañana siguiente no puede dejar de sentir que cada cosa está en el lugar equivocado.

6.12.19

Otro bar
con ventana a la calle, calor
desde la ambulancia que para en el semáforo
se escucha cumbia. El que maneja
es joven, le gusta
ir con la música fuerte, la camisa
abierta
el pelo transpirado
o mojado.
Dura en mi campo visual menos
de lo que tarda en cambiar el semáforo, es perfecto.