16.12.20

I

Este es el poema de la muerte
de mi abuelo.

Una vez, hace mucho
hice un poema
de la lluvia
antes
de la lluvia, cuando el aire
tiene olor a tierra
húmeda y el cielo
es gris.

Este es el poema de la muerte de mi abuelo.
Empieza antes de que muera.

No es un poema a su agonía: a su vida y al final
de su vida.

En el hospital dijeron, la primera noche
“no va a vivir hasta mañana”.
A él no,
a la familia le dijeron.
Diez días después, hoy
sigue.

(Cuando a mi papá le dijeron tres días
fue uno, uno y medio: Este
no es el poema de la muerte de mi padre, pero
hay cosas
que no son
tan exactas.)

Hace veinte años, le habían dicho, a mi abuelo
que iba a morir pronto.
Fue algo, al cerebro: perdió
una parte de la vista
y yo quería saber qué parte
pero no se podía preguntar.
Me causaba mucha intriga.
cómo veía pero
no se podía preguntar.
Tuvo que dejar de leer, de manejar.
El primer golpe es casi siempre
el peor. Después dejó
de caminar sin bastón
de afeitarse sin ayuda
subir las escaleras
subir y bajar de automóviles
ir al baño sin ayuda
caminar sin andador
bajar las escaleras
salir de su casa
caminar en absoluto
ir al baño en absoluto.
Hasta hace tres días
levantaba la mano
sostenía mi palma y apretaba
con los dedos.
Podía pedir agua de manera inteligible
mantenía los ojos abiertos y una vez
desde que está internado
lo vi sonreír.

Hasta ayer
tenía pequeñas manchas violetas
en la cara y enormes como flores
en los brazos, manchas moradas.
Dijeron que era la luz de la terapia
lo sacaron para que se muera más rápido
y está mejor.

En la habitación alguien
habló del velorio. Del entierro.
(Cuando mi papá estaba por morirse
no podía
por adelantado
pensar en eso, era
demasiado
más horrible
tan horrible
que no podía.)

Morfina y suero: estoy segura
todavía nos escucha.

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