II
Hace tres días que mi abuelo
no se despierta.
Hace meses que no come.
Antes tenía algo, un tubo plástico
que entraba a su cuerpo
y lo alimentaba.
Ahora morfina y suero.
Y nada más que el ruido
de su respiración. Música clásica
para las visitas
o televisión.
Todos los órganos funcionan mal
dijeron.
Menos el corazón.
Hay un hotel por horas
a la vuelta
del sanatorio.
Yo iba, antes, nadie lo sabe.
(A mí no me va a salvar el corazón.)
Él quiso a mi abuela hasta la muerte
¿pero su muerte cuándo?
Le dio un beso debajo de la máscara de oxígeno
el sábado. Está en la cama, le hablamos
lo rodeamos
¿pero dónde?
Mi tío quiso palmearme la cabeza hoy
pero me salí
de su palmada
(al pie del cajón de mi padre
él se salió de mi abrazo), hoy
me salí de su palmada, enfrente de su padre
que respira todavía
no sabemos dónde
y su corazón, el de mi tío
cubierto como está
de tinta para sellos
escrituras
contratos
tarjetas de crédito y miles
de muchísimos
muy lisos y brillantes billetes
de todos los colores;
a él tampoco va a salvarlo
y no me alegra.
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