XV
Después pasan los días y el ruido
y el humo de los autos
el tránsito y la gente
que pasa, el vidrio roto
de la ventana del bar, el televisor
encendido;
la vida ordinaria y descolorida
le va ganando lugar al recuerdo.
En el cuarto de mi abuelo
todavía el mismo espejo
aunque su cama
ya no está.
En el lugar de la urna
vacío
flores
velas encendidas.
La imagen de la virgen con su mirada
siempre calma.
Inconmovible.
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